Hace poco fue la expo de Infinito; en verdad quería ir y reportar todos los pormenores, tal vez salir de mi tacañería y comprar algún libro interesante de Saint Germain.
Desgraciadamente estaba bajo la influencia maligna de Eros. Un Eros que habita en mi pecho como un aguijón, como un recuerdo fantasmal, como un jarabe para la toz que me exalta y me hace sudar, no me deja dormir pero me hace sentir apagado.
Mis experiencias en el mundo de Eros no han sido como en las películas, ni como en los sueños, ni siquiera en las pesadillas.
Cuando hablo de amor lo hago con melancolía y tal vez sin tantas alegorías; tal vez sea por mi gran ignorancia en ese tema. Y sin embargo soy terco y quiero conocer, palpar, experimentar. Pienso que tal vez por eso mi inclinación hacia mi profesión de psiconauta; tal vez busco en la drogas alucinógenas ese algo que falta en mi vida. Debo admitir que el amor y las drogas las percibo como soluciones para mi cáncer espiritual, pero con las drogas la satisfacción es sencilla, el costo individual es relativamente pequeño. Con el amor, siento que es una dolorosa quimioterapia.
Estos últimos días me he recuperado un poco del doloroso y necesario aguijón de Eros, pero mi espíritu sigue siendo el mismo.
No entiendo nada acerca del amor. ¿Será acaso el camino hacia una búsqueda espiritual? o solamente el fantasma abstracto de las hormonas y el imperio químico que rige este debilucho cuerpo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario