
El aspecto exterior del Polevik varía según las regiones. En ciertos casos es simplemente el que va vestido de blanco; en otros, está dotado de un cuerpo negro como la tierra, en el que brilla dos ojos de distinto color, mientras que las hierbas verdes crecen en su cabeza en lugar de cabellos.
Polevik se divierte extraviando a los viandantes morosos, y en ocasiones se le puede ver dando muerte a un borracho que se ha quedado dormido en los ribazos de su campo, en vez de ararlo.
Para congraciarse con Polevik, el mejor medio es hacerle una ofrenda, consistente en un par de huevos, que se depositan en una fosa junto con un gallo que no sepa cantar.

Las leyendas populares eslavas presentan al Lechi con figura humana. Sin embargo, sus mejillas ofrecen un tinte azulado, debido a que su sangre es color azul; sus ojos, verdes, suelen estar desorbitados; tiene pobladas cejas y luegan barga, también verde. La imaginación popular le presta a veces una singular indumentaria: se ciñe con un cinturón de color encrnado, en el pie derecho lleva el calzado correspondiente al izquierdo, y se abotona el "caftán" también en sentido inverso. El Lechi no tiene sombra ni una estatura fija. Cuando vaga por el interior de los bosques, toca con su cabeza la copa de los árboles más altos; en cambio, cuando camina por las lindes, entre hierbas y arbustos, se transforma en un enano diminuto que puede ocultarse bajo una hoja.
El Lechi procura no meterse en el terreno del vecino, por lo mismo que es muy celoso de sus dominios. Si un paseante solitario va por el bosque, o una campesina penetra en él para coger setas o cualquier fruto, o un cazador llega a límites prohibidos, el Lechi los extravía, haciéndolos vagar por la maleza en todas direcciones para acabar volviéndolos al mismo lugar.
Pero como es un ser bondadoso, no retiene mucho tiempo a su víctima, especialmente cuadno ésta sabe sustraerse a su hechizo. Para conseguirlo, el extraviado debe sentarse en un tronco de árbol, quitarse sus vestidos y volver a ponérselos del revés, sin olvidarse, especialmente, de calzarse el zapato del pie izquierdo en el derecho.
1 comentario:
que interesante como estas antiguas leyendas nohacen más que recalcar la creencia de "haz tu trabajo y no te apartes del camino" de esa parte de europa.
muy buen post
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